La cultura del spaghetti
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Fue una discusión trivial, un cambio de palabras intrascendentes que, gracias al alcohol y a un gesto de fastidio, se transformó en una acusación, en un grito y en un golpe que tiró a uno sobre el otro y los hizo rodar por el piso hasta que una cabeza se estrelló contra la pata del sillón y un hombre quedó tendido de espaldas con el otro sobre él, asustado y aún jadeando.
Al principio no supo qué hacer, luego reaccionó y trató de reanimarlo. Fue inútil, estaba muerto. Se había puesto pálido y no podía escuchar el latido de su corazón. Lo lógico hubiera sido llamar a un médico, pero estaban demasiado lejos de cualquier teléfono, solos en esa casa a orillas del mar, sin otra comunicación con la ciudad que el cartero que pasaba una vez por semana en bicicleta.
5 comentarios:
En nombre de los Amigos de Vagabundia agradecemos a Edgar Alan Poe su colaboración en este blog... :)
Inquietante relato...
Renton
Excelente! Hasta ahora es el mejor de los que hiciste. Gracias!!!!
Jmuir no para de sorprender y Vagabundia solo, no puede contener tanta creación..
Muy Bueno...
Pablo
Gracias a los tres. Como decía Roberto Arlt, "Dios o el Diablo están allí dictándome palabras inefables".
En este caso, seguramente fue el fantasma del viejo Poe. Lamentablemente, mi sordera y el ruido de la calle sólo me dejaron captar las frases menos trascendentes.
HUY TENAZ PERO NO ME GUSTO EL FINAL SORRY
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